Una investigación liderada por la Dra. Milenka Nuñez-Marinovich ha revelado hallazgos prometedores sobre el uso de antihipertensivos como posible factor protector contra las fracturas no traumáticas de cadera. Este estudio retrospectivo, realizado en el Hospital Belén de Trujillo entre 2017 y 2022, aporta nuevos conocimientos que podrían influir en la manera en que se maneja la prevención de fracturas en pacientes hipertensos.
Las fracturas de cadera, reconocidas por su alta tasa de discapacidad y mortalidad, representan un desafío significativo en la salud pública, especialmente entre la población adulta mayor. En este contexto, la investigación de Nuñez-Marinovich explora la posible relación entre el uso de medicamentos antihipertensivos y la reducción del riesgo de fracturas de cadera, aportando datos que podrían redefinir las estrategias de prevención.
El estudio incluyó a 160 pacientes, seleccionados mediante muestreo aleatorio, quienes fueron divididos en dos grupos: aquellos con y sin fracturas de cadera no traumáticas. A través del análisis de las historias clínicas, se determinó la relación entre el consumo de diferentes clases de antihipertensivos, como tiazidas, betabloqueantes, inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) y antagonistas de los receptores de la angiotensina (ARA), y la incidencia de fracturas.
Los resultados fueron sorprendentes. El uso de tiazidas y betabloqueantes mostró una asociación significativa con un menor riesgo de fracturas de cadera, con una razón de prevalencias (RP) de 0,29 y 0,30 respectivamente, y una significancia estadística (p<0,05). Estos hallazgos sugieren que estos medicamentos podrían desempeñar un papel protector en la preservación de la salud ósea.
Por otro lado, el estudio encontró que los IECA, a pesar de ser ampliamente utilizados para el control de la hipertensión, no ofrecieron una protección similar contra las fracturas de cadera, presentando una RP de 1,11 y sin significancia estadística (p>0,05). Estos resultados contrastan con los efectos beneficiosos observados con otras clases de antihipertensivos y resaltan la necesidad de una evaluación más detallada de los diferentes tratamientos disponibles.
El análisis también reveló que la actividad del sistema renina-angiotensina-aldosterona, influenciada por los ARA, podría estar relacionada con un menor riesgo de fracturas al afectar el metabolismo óseo a través del sistema RANKL/RANK/OPG. Este mecanismo subyacente ofrece una nueva perspectiva sobre cómo ciertos medicamentos podrían contribuir a la prevención de fracturas en pacientes hipertensos.
A pesar de las limitaciones del estudio, como la falta de densitometrías óseas en todos los pacientes y la clasificación de las fracturas en el servicio de traumatología, los hallazgos de Nuñez-Marinovich abren la puerta a futuras investigaciones. Estos resultados podrían servir como base para el desarrollo de nuevas estrategias de prevención primaria, especialmente en pacientes adultos mayores con hipertensión.
En resumen, esta investigación sugiere que algunos antihipertensivos, como las tiazidas y los betabloqueantes, podrían tener un efecto protector contra las fracturas de cadera, un hallazgo que podría tener importantes implicaciones en la práctica clínica. Sin embargo, se requiere más investigación para confirmar estos resultados y explorar su aplicación en poblaciones más amplias.
Para mayor información revise el artículo de investigación a través del siguiente enlace:
http://revistas.udh.edu.pe/index.php/RPCS/article/view/423e