Aunque hoy parezca cotidiano, el cepillo dental ha recorrido un largo camino para llegar al modelo moderno que usamos cada día. Una reciente investigación publicada en la Revista Peruana de Ciencias de la Salud repasa su evolución, desde los rudimentarios palillos de masticar usados hace más de 5 mil años, hasta los cepillos eléctricos inteligentes de la actualidad.
El estudio, elaborado por Pablo Alonso López Beraun (Universidad de Huánuco) y Viter Gerson Carlos Trinidad (Universidad Privada del Norte), destaca cómo las antiguas civilizaciones de Babilonia ya empleaban ramas de plantas como la Salvadora persica, conocida como “miswak”, para limpiar sus dientes. Estos palillos aún se utilizan en varias regiones del mundo, valorados por su eficacia y bajo costo, e incluso promovidos por la Organización Mundial de la Salud en zonas con escaso acceso a productos modernos.
Fue en China, durante la dinastía Tang (618-907 d.C.), donde aparecieron los primeros cepillos con cerdas, hechos con pelos de jabalí montados sobre mangos de hueso o bambú. Sin embargo, el verdadero punto de quiebre llegó en 1780, cuando el inglés William Addis fabricó el primer cepillo dental moderno mientras estaba en prisión. Su modelo, con mango de hueso y cerdas sujetas con alambres, marcó el inicio de la producción en masa.
Con el paso del tiempo, el diseño y los materiales mejoraron. A mediados del siglo XX, el nailon reemplazó a las cerdas naturales, dando lugar a cepillos más duraderos e higiénicos. En paralelo, aparecieron los primeros cepillos eléctricos, cuyo uso se popularizó a partir de 1954 gracias al Broxodent, un modelo desarrollado en Suiza, ideal para personas con ortodoncia o movilidad limitada.
Hoy en día, la evolución continúa. Los cepillos dentales han incorporado tecnologías sostenibles, cabezales intercambiables, sensores de presión e incluso conectividad con aplicaciones móviles que monitorean los hábitos de higiene bucal. Además de su efectividad, ahora también se prioriza su impacto ambiental y la experiencia del usuario.
Este recorrido histórico demuestra que incluso los objetos más comunes tienen tras de sí siglos de innovación. El cepillo de dientes no solo ha sido testigo de la historia, sino también protagonista en la mejora de la salud bucal de la humanidad. Y todo indica que su evolución no se detendrá pronto.
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