Bogotá, Colombia – El colesteatoma, una masa anómala de epitelio escamoso queratinizante, se ha convertido en una preocupación significativa para los especialistas en otorrinolaringología, especialmente en la población pediátrica. Un reciente estudio de revisión literaria realizado por Marcela Fandiño Cárdenas, Silvia Patricia Delgado Caballero, Gianmarco Camelo Pardo, Sebastián Pinzón Vargas y Nancy Karol Julieth Bueno Prato, resalta los desafíos y enfoques en el manejo de esta patología.
A pesar de su baja incidencia, el colesteatoma puede tener consecuencias devastadoras si no se diagnostica y trata oportunamente. Con una prevalencia estimada en alrededor de 20 millones de personas en todo el mundo, de los cuales 5 millones presentan colesteatoma, esta afección se caracteriza por la presencia de otorrea e hipoacusia.
El diagnóstico del colesteatoma se realiza principalmente mediante microotoscopia, complementada por estudios radiológicos y resonancia magnética cuando es necesario. El manejo quirúrgico es esencial para evitar la progresión de la enfermedad. En los pacientes pediátricos, el tratamiento es más complejo debido a la naturaleza más agresiva de la patología en comparación con los adultos.
La cirugía es la única opción para los pacientes con colesteatoma. Las técnicas quirúrgicas varían desde la mastoidectomía de la pared del canal con timpanoplastia hasta procedimientos más invasivos como la petrosectomía subtotal en casos de fuga de líquido cefalorraquídeo. Cada caso debe ser individualizado para determinar el abordaje más adecuado, considerando la extensión y el compromiso anatómico de la patología.
La revisión destaca que la cirugía endoscópica transcanal ofrece resultados similares a la microscopía quirúrgica en términos de enfermedad residual. Sin embargo, los pacientes pediátricos suelen presentar una mayor extensión de la enfermedad y erosión osicular, lo que complica el tratamiento. Las complicaciones quirúrgicas más comunes incluyen la dehiscencia del canal facial y del canal semicircular lateral.
El seguimiento postquirúrgico es crucial para evitar la reincidencia de la enfermedad. Los pacientes deben ser evaluados regularmente, con estudios imagenológicos recomendados cada 1 a 2 años. La detección temprana de la reincidencia permite una intervención oportuna antes de que el colesteatoma cause mayores daños.
El estudio concluye que el colesteatoma, aunque infrecuente, requiere una atención médica rigurosa y un manejo quirúrgico preciso. La detección temprana y el seguimiento estricto son fundamentales para mejorar la calidad de vida de los pacientes, especialmente en la población pediátrica, donde la enfermedad tiende a ser más agresiva. El personal de salud debe estar alerta y no subestimar esta patología para evitar complicaciones a largo plazo.
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