Según explica un artículo de THE CONVERSATION, desde las civilizaciones antiguas, hasta los tiempos de los alquimistas medievales que exploraban sus propiedades místicas, los venenos han acompañado a los seres humanos en un viaje lleno de hallazgos y peligros. En los últimos tiempos, la atención se ha desplazado hacia el campo de la biomedicina, donde se están llevando a cabo descubrimientos que resaltan el increíble poder de la naturaleza para ofrecer soluciones a problemas médicos como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares. Toxinas de serpientes, pulpos, caracoles, insectos, anémonas marinas… la diversidad de moléculas presentes en los venenos es asombrosa, lo que ha permitido que ya existan medicamentos en el mercado derivados de estos compuestos.
Uno de los ejemplos más destacados es el fármaco captopril. Derivado del veneno de la serpiente Bothrops jararaca, se utiliza como tratamiento de la hipertensión arterial. Este medicamento revolucionó el campo de la cardiología en la década de 1980, convirtiéndose en uno de los fármacos más recetados en el mundo. También se emplea para tratar la insuficiencia cardíaca y las complicaciones renales asociadas con la diabetes.
Otro caso emblemático es Prialt, nombre comercial de la ziconotida, un fármaco que proviene del veneno del caracol marino Conus magus y que se emplea para aliviar el dolor neuropático severo. Su mecanismo de acción consiste en bloquear selectivamente los canales de calcio en las neuronas, lo que proporciona un alivio efectivo para los pacientes que padecen dolor crónico resistente a otros tratamientos. También podríamos citar aquí dos anticoagulantes: la eptifibatida, derivada de una proteína que se encuentra en el veneno de la serpiente cascabel Sistrurus miliarus barbouri, y el tirofiban, molécula inspirada en el veneno de la víbora Echis carinatus. O la exenatida, compuesto terapéutico para los pacientes de diabetes de tipo 2 que se aisló de la saliva del lagarto Heloderma suspectum, conocido como monstruo de Gila.
Los venenos animales están compuestos por una compleja mezcla de proteínas y péptidos, moléculas formadas por cadenas de aminoácidos de distinto tamaño. Algunas de estas moléculas tienen la capacidad de interferir con procesos celulares específicos, como la división descontrolada que caracteriza al cáncer.
Dichas sustancias han surgido como una fuente prometedora de tratamientos innovadores, capaces de abordar las distintas formas de cáncer con enfoques específicos y dirigidos. Actualmente, diversos péptidos derivados de venenos están siendo investigados debido a sus propiedades anticancerígenas, algunos en investigación básica y otros en etapas preclínicas más avanzadas. Por ejemplo, el péptido melitina es el principal componente activo del apitox, el veneno de las abejas (Apis mellifera), y ha mostrado efectos antitumorales en múltiples tipos de células cancerígenas, incluyendo las de los sistemas nervioso y respiratorio.
Este artículo de investigación fue publicado en la página de THE CONVERSATION el 11 de julio del presente año.
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https://theconversation.com/de-letal-a-vital-venenos-animales-en-la-vanguardia-biomedica-233944