POR MARIO MALPARTIDA MENDOZA
Según la Fundación Española del Corazón existen “factores de riesgo de la presión arterial en los que podemos intervenir, como el estrés, la obesidad, la ingestión de alcohol, tabaquismo, una dieta poco saludable, el sedentarismo y el abuso de sodio. En el Perú, según la Organización Panamericana de la Salud en el 2013 “uno de cada cuatro peruanos mayores de 40 años tenía hipertensión arterial”, de ellos, el 50 % de jóvenes y el 60 % de adultos que la padecen desconocen su diagnóstico.
El Seguro Social de Salud Tingo María ha habido un incremento sostenido del número de casos de hipertensión arterial en el Hospital de Es Salud Tingo María durante los últimos tres años y por otras complicaciones derivadas. Estos fueron los motivos para que los investigadores Héctor Reyes Paredes, Walter Gómez Gonzales, Zavaleta Oliver Jenny y Carlos Gamarra Bustillos abordaran esta problemática estableciendo el siguiente objetivo: determinar la eficacia del modelo de educación alimentaria familiar en los conocimientos, actitudes y control de la hipertensión arterial en pacientes asegurados del Hospital I Tingo María-EsSalud, 2019”.
El estudio fue prospectivo y longitudinal de diseño cuasi-experimental con un grupo y dos mediciones conformada por 47 de los usuarios atendidos de la “Cartera de Servicios de Salud de atención al Adulto/Adulto Mayor con el diagnóstico de hipertensión arterial”. Se tuvo en cuenta los criterios de inclusión y exclusión. La técnica utilizada fue la entrevista individualizada y el instrumento el cuestionario para evaluar las variables “conocimientos sobre hipertensión arterial, alimentación saludable y actitudes”.
De acuerdo al rango etario, el 36,2 % de la muestra estudiada tenía entre 51 y 60 años y el 4,3 % eran menores de 41 años y mayores de 81 años, respectivamente; respecto al sexo, el 74,5 % eran mujeres y el 25,5 % hombres; en cuanto a la ocupación, el 53,2 % era ama de casa y el 21,3 % pensionistas; según estado civil, el 59,6 % estaban casados; en cuanto a la instrucción educativa, el 34,0 % tenía la educación secundaria y el 19,1 % estudios de nivel primario; según el número de años de tratamiento, el 83,0 % era menor de 20 años; de acuerdo al número de medicamentos que consumen por día, el 97,9 % consumía de 1 hasta 5 medicamentos/día y el 2,1 % de 6 hasta 10 medicamentos/día.
Respecto al nivel de conocimientos sobre hipertensión arterial, en el pretest, el 70,2 % tuvo un nivel de conocimiento medio, el 25,5 % alto y el 4,3 % bajo; después de la aplicación del modelo de educación, el nivel de conocimiento se incrementó al 89,4 % en alto y el 10,6 % en conocimiento medio. En cuanto al nivel de conocimiento sobre alimentación saludable antes de la educación alimentaria familiar, se observó que el 66,0 % posee conocimiento medio, el 23,4 % alto y el 10,6 % bajo; después de la intervención, el 91,5 % obtuvo un conocimiento alto y el 8,5% fue de un nivel medio. Respecto del nivel de actitudes hacia el cuidado y control de la hipertensión arterial antes de la intervención, el 51,1 % tuvo una actitud desfavorable. El 48.9% favorable.
En conclusión, el modelo de educación alimentaria familiar es eficaz para mejorar el nivel de conocimientos sobre hipertensión arterial, alimentación saludable, y mejorar las actitudes y el control de la hipertensión arterial. Por último, las limitaciones encontradas en esta investigación fueron relacionadas con la permanencia de los pacientes en los domicilios y la inclusión a los familiares en la educación alimentaria familiar para el control de la hipertensión arterial, ocasionadas por diferentes motivos como trabajo, viaje, enfermedad y otras de índole personal.
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http://revistas.udh.edu.pe/index.php/RPCS/article/view/334e/112