Por Carlos Meléndez
En un giro inesperado de los eventos, la misión lunar Peregrine, un ambicioso proyecto de la empresa estadounidense Astrobotic, respaldado por la NASA, terminó en fracaso tras sufrir graves fallas técnicas que impidieron su objetivo de realizar un alunizaje controlado en la Luna. Este suceso marca el fin prematuro del primer intento de Estados Unidos de lograr un aterrizaje suave en la Luna en 51 años, y el regreso fallido culminó con la desintegración de la nave en su reingreso a la atmósfera terrestre.
La Peregrine despegó de la Estación de la Fuerza Espacial de Cabo Cañaveral el pasado 8 de enero a bordo del nuevo cohete Vulcan Centaur de United Launch Alliance (ULA). Sin embargo, poco después del despegue, la nave comenzó a enfrentar desafíos críticos. Según Astrobotic, poco después de establecer comunicación con el módulo, tras su liberación del cohete, se detectaron problemas en el sistema de propulsión, que resultaron en una pérdida significativa de combustible y la incapacidad de orientar de manera estable sus paneles solares hacia el Sol.
A pesar de los esfuerzos realizados por los ingenieros de Astrobotic, quienes lograron reorientar la nave y cargar parcialmente su batería, la pérdida crítica de combustible hizo evidente que un aterrizaje controlado en la Luna era imposible. El equipo priorizó la recolección de datos científicos antes de confirmar la imposibilidad de cumplir el objetivo principal de la misión.
La misión llevaba a bordo cinco instrumentos científicos destinados a estudiar la superficie lunar, preparando el camino para futuras misiones tripuladas. Entre ellos, el Espectrómetro de Masa Iónica de Peregrine (PITMS) tenía como objetivo estudiar el movimiento del agua en la Luna, un recurso clave para la futura exploración. Además, la misión transportaba varios pequeños vehículos exploradores y elementos culturales, incluyendo un polémico paquete de restos humanos incinerados.
La situación se volvió crítica cuando Peregrine, al quedarse sin energía suficiente para un alunizaje, fue atraída de regreso hacia la Tierra. El 18 de enero, la nave se desintegró al entrar en la atmósfera terrestre, confirmado por la pérdida de señal con el módulo desde la estación de seguimiento de la NASA en Canberra, Australia. El módulo se estrelló en el océano Pacífico, cerca del archipiélago de Fiji.
Este revés no solo representa un golpe para Astrobotic, sino también para los planes de la NASA de utilizar socios comerciales en futuras misiones lunares. A pesar de este contratiempo, se espera que otras dos empresas estadounidenses, Intuitive Machines y Firefly, lancen sus propios módulos de aterrizaje en los próximos meses bajo el mismo acuerdo con la NASA.
La misión Peregrine Uno, a pesar de su fracaso, destaca la complejidad y los desafíos inherentes a la exploración espacial. Mientras el mundo observa, la carrera hacia la Luna continúa, con otras misiones planificadas para 2024 por agencias espaciales de Japón y China. El fracaso de Peregrine, aunque desalentador, ofrece lecciones valiosas para el futuro de la exploración lunar y la eventual reanudación de misiones tripuladas.
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