En la página de THE CONVERSATION se publicó las siguientes preguntas:
¿Podría la almohadilla del asiento de un ciclista determinar su desempeño? ¿Tanto como para ganar un Tour y mejorar exponencialmente sus resultados deportivos?
La respuesta es sí, si este minúsculo cambio se une a otros muchos: rediseñar los asientos, aplicar alcohol a las ruedas para aumentar su tracción, utilizar mallas con sistemas eléctricos de calentamiento para mantener la temperatura muscular ideal, controlar con sensores la respuesta a los entrenamientos de cada ciclista, probar tejidos más ligeros y aerodinámicos.
Son mejoras que en 2003 puso en marcha el nuevo director del equipo de ciclismo británico, Dave Brailsfor, y logró que un equipo que en cien años no había conseguido un sólo éxito en los Juegos Olímpicos o cuyos miembros no habían brillado en el Tour de Francia lograra, entre 2007 y 2012, 178 medallas en campeonatos mundiales, 66 medallas olímpicas y paralímpicas y cinco victorias en el Tour de sus corredores.
El ejemplo de Brailsfor sirve de punto de partida para la propuesta del escritor estadounidense James Clear. Su libro, Hábitos atómicos, parte de las definiciones de “atómico” (fuente inmensa de energía o de poder) y de “hábito” (rutina o práctica que se realiza de forma regular), y ha sido el más vendido en la lista del New York Times con más de quince millones de ejemplares editados.
La idea que plantea Clear es que la formación de hábitos, desde su estado más elemental y simple (atómico), facilita el acceso a cualquier meta. La propuesta es crear hábitos de forma sostenible en el tiempo hasta conseguir cambios en los resultados, en el proceso y en la identidad, de acuerdo con un modelo cognitivo-conductista. Para ello debemos:
- Hacerlos obvios.
- Hacerlos atractivos.
- Hacerlos sencillos.
- Hacerlos satisfactorios.
Una vez nos planteamos cómo queremos ser, buscamos cómo concretar esa meta en un comportamiento de dos minutos, y tratamos de “anclar” esa acción, estableciendo una hora y lugar fijo. La idea es comenzar por pequeños objetivos, por la unidad más pequeña y sencilla: la regla de los dos minutos. Podemos hallar una versión así de breve de cualquier objetivo.
De esta manera, Hábitos atómicos no es tanto un libro de autoayuda como una propuesta –un plan de mejora personal– paso a paso para desarrollar hábitos de forma consistente en el tiempo. Lejos de la idea de que nada es imposible, Clear propone una nueva versión de este eslogan: “Algunas cosas sí acaban siendo imposibles”. Es decir, centrarse en el pensamiento positivo no hace que los problemas desaparezcan.
Clear defiende que la manera más efectiva de cambiar nuestros hábitos no es enfocarnos en lo que queremos conseguir, sino, más bien, en la persona que queremos llegar a ser. Como dice el personaje de “Il Commendatore” (Enzo Ferrari, fundador de la escudería Ferrari) en la película Ferrari respecto a la rivalidad entre Jaguar y Ferrari: “Jaguar gana carreras para poder vender coches. Nosotros vendemos coches para poder ganar carreras”.
Para la construcción de estos hábitos ayuda tener un sentido de misión. Por ejemplo, dos personas que tienen como objetivo dejar de fumar podrían contestar de dos maneras distintas ante la oferta de un cigarrillo:
- “No gracias, estoy tratando de dejar de fumar”.
- “No gracias. No soy fumador”.
Esta última persona ha realizado ya un cambio en su identidad: ya no se concibe como fumadora. De la misma manera, el objetivo no es leer un libro, es convertirse en lector; no es correr una maratón, es llegar a ser un corredor; no es aprender a tocar un instrumento, es convertirse en músico. Nuestras conductas, nuestros hábitos, son las que forman nuestra identidad.
En el escenario educativo, la noción de hábito tiene que ver con la ayuda al crecimiento de la persona: la promoción de ciertos hábitos intelectuales y morales pueden hacer más plena nuestra vida. Los hábitos son una prolongación de nuestra naturaleza primaria, hacen más “habitable” nuestra existencia y nos dan acceso a mayor libertad. Las situaciones escolares muestran de forma habitual cómo la repetición de actos “buenos” pueden ser claves para el desarrollo de valores.
Este artículo fue publicado en la página de THE CONVERSATION el 5 de diciembre de 2024.
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