¿NO SOPORTAS EL SONIDO DE LA GENTE CUANDO COME? PUEDE QUE TENGAS MISOFONÍA

POR:

Para las personas con misofonía, los sonidos cotidianos como sorber, golpear u olfatear, no solo son molestos, sino que desencadenan una intensa respuesta de lucha o huida. Esta afección, “odio al sonido”, afecta al sistema nervioso y hace que, incluso, los ruidos más leves resulten insoportables. La comunidad científica calcula que entre el 5 y el 20 por ciento de los adultos experimentan esta sensibilidad extrema, aunque la misofonía sigue siendo poco conocida. “La misofonía es un trastorno que durante mucho tiempo ha sido incomprendido y poco investigado”, dice la directora ejecutiva del fondo, Lauren Harte-Hargrove.

La comunidad científica aún está desentrañando las causas de la misofonía, pero una teoría sugiere que evolucionó a partir del instinto del cerebro para detectar amenazas ocultas. Por ejemplo, en la época de los cazadores-recolectores, aguzar el oído al menor indicio de peligro podía salvarte la vida, afirma la psicóloga e investigadora Jennifer Brout, fundadora de la Red de Investigación de la Misofonía (que ahora forma parte de la organización soQuiet). “Si oyes masticar algo que otras personas no oyen, puede significar que alguien se ha llevado tu comida o que hay depredadores masticando cerca que podrían venir a por ti”, explica. Y “desde el punto de vista de la psicología evolutiva, toser, estornudar, moquear y carraspear [podrían indicar la presencia de] patógenos”, añade Brouts.

Más allá de sus raíces evolutivas, la misofonía parece tener una compleja relación con otras afecciones. Una revisión bibliográfica de 2022 descubrió que la misofonía coexiste con una amplia variedad de trastornos, como la depresión, la ansiedad, el autismo, el TDAH y el TOC. Sin embargo, los científicos aún no han podido determinar si la misofonía es un síntoma, un trastorno independiente o algo intermedio.

No existe una prueba estandarizada para detectar la misofonía, pero los médicos utilizan herramientas de cribado para evaluar su gravedad. Una de las más comunes es el cuestionario de misofonía de Duke (DMQ), que ayuda a determinar si la sensibilidad sonora de una persona es lo bastante grave como para interferir en su vida diaria, afectando al trabajo, los estudios, la autoestima o las relaciones. “La mayoría de las personas dicen haber tenido su primer recuerdo de misofonía entre los 8 y los 12 años”, dice Brout, razón por la cual se desarrolló la Escala de Misofonía de Ámsterdam para evaluar a los niños. La intervención psicológica más habitual es la terapia cognitivo-conductual (TCC), una terapia hablada que entrena al cerebro para replantear su respuesta a los sonidos desencadenantes.

“Se trata de tomar el control de los sonidos e interactuar con ellos de distintas formas para ayudar al cerebro a actualizar su aprendizaje y descubrir que esos sonidos son molestos, pero no dañinos”, explica Gregory.

Los estudios realizados en los Países Bajos y Estados Unidos indican que la TCC puede reducir significativamente los síntomas en un tercio o la mitad de los pacientes. Mientras tanto, los científicos exploran nuevas posibilidades de tratamiento, como las técnicas de estimulación cerebral utilizadas para otros trastornos neurológicos.

Este artículo de investigación se publicó en la página National Geographic el 5 de marzo del 2024

Mayor información ingresar al siguiente enlace

https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2025/03/misofonia-no-soportar-sonido-gente-comiendo

Loading

Compartir:
Facebook
Twitter
LinkedIn
Scroll al inicio