Por Carlos Meléndez
Un evento astronómico sin precedentes se ha registrado: la detección de un rayo cósmico extremadamente energético, apodado Amaterasu, que ha impactado la Tierra con una potencia equivalente a 2,4 billones de veces la de un rayo convencional. Este fenómeno, capturado el 27 de mayo de 2021 por el experimento Telescope Array, desafía las explicaciones científicas actuales y sugiere la existencia de fenómenos astronómicos más allá del modelo estándar conocido.
El profesor asociado Toshihiro Fujii de la Universidad Metropolitana de Osaka, líder del equipo internacional del proyecto, expresó su asombro ante el descubrimiento, afirmando que el nivel de energía observado, aproximadamente 240 exaelectrones voltios (EeV), es sin precedentes en las últimas tres décadas. Esta energía es más de un millón de veces mayor que la alcanzada por los aceleradores de partículas artificiales.
Los rayos cósmicos, en general, son partículas cargadas de energía provenientes de fuentes extraterrestres. Los de baja energía se originan principalmente en el Sol, mientras que se espera que los de alta energía, como Amaterasu, provengan de galaxias activas cercanas. Sin embargo, la dirección de llegada de Amaterasu, que apunta a un vacío en la estructura a gran escala del Universo, no muestra ninguna fuente galáctica obvia, lo que complica la identificación de su origen.
El Telescopio Array, un detector experimental especializado en rayos cósmicos lanzado en 2008, consta de 507 estaciones de superficie que cubren un área de 700 kilómetros cuadrados en Utah, EE.UU. Este conjunto de detectores de superficie fue crucial para registrar el evento de Amaterasu y calcular su energía. A pesar de la magnitud de este descubrimiento, el equipo no ha logrado determinar la procedencia del rayo cósmico, lo que abre la puerta a posibles explicaciones como una gran desviación del campo magnético en primer plano, una fuente no identificada en el vecindario extragaláctico local o un conocimiento incompleto de la física de partículas.
El hallazgo de Amaterasu sigue al único rayo cósmico más potente observado hasta la fecha, el Oh-My-God de 1991, con una energía de 320 EeV. Fujii y su equipo, comprometidos con la mejora continua del Telescopio Array, esperan que su trabajo contribuya a esclarecer el origen de Amaterasu y de los propios rayos cósmicos, un misterio que sigue desafiando a la comunidad científica.
Para mayor información revise el artículo de investigación a través del siguiente enlace:
https://www.science.org/doi/10.1126/science.abo5095