Un caso clínico extraordinario, presentado por los médicos Rommer Alex Ortega Martínez, Pachakutek Illescas Gonzales y Bismarck Raúl Ibañez Velasco, ha puesto bajo la lupa una peligrosa combinación de enfermedades que, aunque poco frecuente, puede ser letal: la gangrena de Fournier y la miocardiopatía séptica.
La historia comienza el 9 de abril de 2024, cuando un adulto mayor de 71 años ingresó a emergencias tras tres meses de dolor progresivo en la región glútea y perineal, que finalmente se agravó a tal punto que no podía sentarse ni caminar. Lo que parecía una infección localizada resultó ser gangrena de Fournier, una agresiva infección que destruye rápidamente los tejidos de la zona genital y perineal. En paralelo, su organismo mostraba señales de un segundo enemigo: un corazón debilitado por la respuesta inflamatoria generalizada de la sepsis, lo que se conoce como miocardiopatía séptica.
El paciente, con antecedentes de diabetes e hipertensión, presentaba fiebre, dolor severo, mal olor en la zona afectada y signos de insuficiencia renal. Los exámenes confirmaron lo peor: tejidos necrosados, signos de sepsis grave y un corazón con funcionamiento comprometido. De inmediato, un equipo multidisciplinario tomó el control. Cirujanos realizaron una necrosectomía de urgencia —extirpación del tejido muerto— mientras en la unidad de cuidados intensivos se inició un tratamiento agresivo con antibióticos, fluidos y soporte cardíaco.

Cuatro días después, y cuando parecía estabilizarse, el paciente presentó un fuerte dolor en el pecho y arritmias que hicieron temer un infarto. Sin embargo, una angiografía coronaria descartó obstrucciones en las arterias del corazón, confirmando un diagnóstico que rara vez se asocia con la gangrena de Fournier: miocardiopatía séptica. Es decir, su corazón no estaba fallando por un problema vascular, sino por el impacto sistémico de la infección.
Gracias a un tratamiento oportuno y coordinado, que incluyó medicamentos para estabilizar el ritmo cardíaco, soporte respiratorio y vigilancia constante, el paciente empezó a mostrar mejoría. Su corazón recuperó fuerza, los signos de infección disminuyeron y, poco a poco, fue trasladado desde cuidados intensivos a salas generales. Un mes después, fue dado de alta para continuar su recuperación en casa.
Este caso demuestra lo importante que es actuar rápido ante síntomas inusuales, especialmente en personas con enfermedades crónicas como la diabetes. También pone en evidencia la necesidad de considerar afecciones poco visibles, como la miocardiopatía séptica, cuando un paciente no mejora como se espera.
Los autores resaltan que, aunque existen estudios sobre la miocardiopatía séptica en casos de sepsis general, hay muy pocos que la vinculen específicamente con la gangrena de Fournier. Por eso, recomiendan a los profesionales de salud estar atentos a esta posible combinación, ya que el reconocimiento precoz puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
La historia de este paciente no solo es un testimonio de supervivencia, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la importancia del diagnóstico integral y del trabajo en equipo dentro del sistema de salud.
Para mayor información revise el artículo de investigación a través del siguiente enlace:
http://revistas.udh.edu.pe/index.php/RPCS/article/view/603