Cada 20 o 21 de junio, el Perú observa uno de los eventos astronómicos más significativos del calendario: el solsticio de invierno. Este momento marca oficialmente el comienzo del invierno en el hemisferio sur, caracterizado por tener la noche más larga y el día más breve del año. Según el Instituto Geofísico del Perú (IGP), en 2025 el solsticio de invierno se registrará el 20 de junio a las 3:51 p.m. (hora peruana), cuando el Sol alcance su máxima declinación hacia el norte celeste, reduciendo la exposición solar directa.
El término “solsticio”, del latín solstitium (“sol quieto”), describe el aparente estancamiento del Sol en su trayectoria, antes de cambiar de dirección. Durante este solsticio invernal, la inclinación terrestre desvía el hemisferio sur del Sol, lo que implica menor intensidad solar, descenso de temperaturas y predominio de cielos nublados, especialmente en la costa peruana. Regiones altoandinas como Puno o Huancavelica ven frecuentes heladas, mientras Lima registra temperaturas mínimas en torno a los 13 °C.

Sin embargo, el solsticio de invierno también conecta profundamente con nuestras raíces culturales. En tiempos del imperio inca, la ceremonia conocida como Inti Raymi se celebraba cada 21 de junio en Cusco, en honor al dios Sol (Inti), rogando por el retorno del calor y la fertilidad. Esta festividad, considerada el inicio del nuevo año incaico, persiste hoy como un evento central del calendario cultural andino.
Además, en sitios arqueológicos como Machu Picchu, Chankillo y Sacsayhuamán, la orientación de estructuras refleja un conocimiento astronómico avanzado: muchas de ellas se alinean con la salida o puesta solar durante los solsticios, lo que demuestra una planificación urbana y ceremonial basada en observaciones celestes.
Recientemente, el Ministerio de Cultura, a través de la Zona Arqueológica de Caral, organizó un Campamento Astronómico los días 21 y 22 de junio en la Ciudad Sagrada. Bajo el programa “Viajes Culturales”, participó un equipo de arqueólogos y astrónomos que guiaron a los asistentes en actividades al aire libre, acompañadas de observaciones celestes, fogatas, talleres sobre el ciclo solar y orientaciones de patrimonio, poniendo en valor la visión astronómica de la ancestral Cultura Caral.
Estos campamentos, que se realizan dos veces al año —uno en invierno y otro en verano—, buscan acercar al público a los saberes milenarios vinculados al solsticio. En particular, en Caral se demostró cómo ciertas pirámides fueron cuidadosamente alineadas con el ocaso de este día, reafirmando que para los caralinos el solsticio marcaba un momento clave del año agrícola e iniciador del Año Nuevo andino.
Hoy, instituciones como el IGP y el Ministerio de Cultura promueven estas experiencias como un puente entre ciencia, patrimonio y memoria colectiva. El solsticio de invierno en el Perú, lejos de ser un mero dato astronómico, es una invitación a reconectar con la naturaleza, la historia y las raíces culturales que configuraron el vínculo ancestral entre el hombre y el cosmos.
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